El sentido de la memoria

En DEDORO de Octubre 013

La edición del best seller del periodista Ceferino Reato, contiene un proyecto ambicioso desde su propio título: ¡Viva la Sangre! Córdoba antes del golpe. Capital de la Revolución, Foco de las Guerrillas y Laboratorio de las Dictaduras (Sudamericana, 2013). De polémicas hipótesis, el libro parece pensado no como mera reseña histórica, sino –como los libros de Juan Bautista Yofre– como herramienta de deslegitimación de las posiciones de organismos de derechos humanos, así como de diversas instituciones y movimientos políticos y sociales con inédito protagonismo desde la derogación de las leyes de impunidad.

Luis «Vitín» Baronetto

(Exdirector de Derechos Humanos de la Municipalidad de Córdoba)

VivaLaSangre

Seguir leyendo

Sinfonía del sentimiento: dos notas sobre Escolástica peronista Ilustrada de Carlos Godoy

En DEODORO de Octubre 013

La reedición del libro de Carlos Godoy, Escolástica Peronista Ilustrada (Interzona, 2013), con sublimes dibujos de Carlos Santoro, presenta aquí no una mera reseña, sino una discusión con varias aristas. Con surgimiento y «viralización» en redes sociales al principio, y también leído y anotado desde Horacio González a Martín Rodríguez entre varios más, el libro tuvo un intenso recorrido crítico. A propósito del libro, su poética, lo que representa una juventud movilizada bajo consignas clásicas del peronismo, y una notable producción -también- de una nueva generación de escritores, críticos y poetas cordobeses, aquí en cuestión. 

Escolastica TAPA

Seguir leyendo

Lobo suelto

Texto de apertura DEODORO Octubre 013

Mariano Barbieri

Un morocho transpirado, de jeans y de remera gris, corre en cámara lenta en una escena de cuadro por cuadro impactante. Lo iluminan torres de reflectores desde los dos costados de su carrera. Corre con los brazos extendidos, como indica la postura de un buen atleta. Las manos abiertas. La música podría haber sido la de los juegos olímpicos; es gloriosa, es emocionante. Todo es agonía y mientras corre él abre su boca volviéndose un gesto épico, rodeado por conitos naranjas de seguridad que indican algún tipo de peligro. Llegando a la meta salta hacia lo que podría ser un arenero, o una fila de vallas de carreras con obstáculos. Pero no. Salta y choca contra una enorme puerta de acero. Todo retumba como en eco. Su rostro rebota en alta definición y se ve, con infinito detalle, cómo el cachete, los labios y los ojos se deforman en movimientos ondulantes. El hombre cae hacia atrás. Se ven las zapatillas blancas, lisas, sin marcas como la remera y el pantalón. La música continúa y las letras aparecen: puertas Pentágono, más duras que la realidad. Durante muchos años vimos esta publicidad como un paisaje más dentro del ojo cíclope de cristal.

Tiempo después apareció Micky Vainilla, el genial personaje de ficción de la mano del también genial Diego Capusotto. La sátira y la realidad funcionan prácticamente con la misma imagen. Micky no pudo exagerar esta publicidad, pero nos hizo reír. Si es un programa de humor, es gracioso. Si no, es realidad. Y una ideología o una cosmovisión se imponen cuando se convierten en sentido común, cuando su esencia está presente en todas partes. A Micky la pobreza le molesta –dice– estéticamente. El problema no es que existan los pobres, el problema es que yo los tenga que ver, explica.

El miedo extorsiona. Alessandro Baricco cita a la cultura de los derrotados para hablar de las invasiones bárbaras: “El miedo a ser derrotados y destruidos por hordas bárbaras es tan viejo como la historia de la civilización. Imágenes de desertización, de jardines saqueados por nómadas y edificios en ruinas en los que pastan los rebaños son recurrentes en la literatura de la decadencia, desde la antigüedad, hasta nuestros días”. El miedo es fascinante. Es absolutamente cautivante. Ni el cine, ni la literatura pueden funcionar sin el miedo. Ni siquiera las historias más tradicionales del amor. Seguir leyendo

Lugar común, la crítica

Editorial de la primera edición de DEODORO, Septiembre de 010

Diego Tatián

Deodoro no se propone ser una revista de información, ni una cartelera de espectáculos, ni un servicio de orientación para el lector en la jungla de ofertas literarias entre las que la ciudad le permite optar. Tampoco es una revista académica. Se concibe más bien como una gaceta de crítica donde pensar los objetos culturales que Córdoba ha sido y es capaz de producir. Por crítica se entiende aquí una voluntad de indagar, leer, mirar, escuchar, conocer e interpretar reflexivamente; adoptar como tarea de pensamiento lo que otros hacen con las palabras, el cuerpo, las formas, los sonidos, las ideas, los colores o la materia, para contribuir así a un diálogo lúcido -no siempre abierto- en torno a ese hacer, que sucede insistente no obstante estar muchas veces despojado de un retorno y un interés crítico en su existencia. Crítica como compañía de lo que es raro y se interroga por el sentido de la aventura humana. Crítica, pues, como placer y tarea de escrutar y pensar objetos singulares que no admiten un desciframiento inequívoco, ni una reducción de los múltiples sentidos que son capaces de alojar, ni un esclarecimiento según los preceptos de eficacia que impone la comunicación mediática.

En cuanto palabra reflexiva sobre significados culturales que encuentran sus soportes en una variedad indeterminada de materiales, el trabajo de la crítica se halla siempre inscripto en la encrucijada de una herencia -transmitida por la memoria interrumpida, catastrófica y a veces involuntaria de la ciudad-, y la inagotable producción de cosas nuevas, invenciones individuales o colectivas que no dejan reducirse a lo que había, intervenciones que le añaden al mundo algo que antes no existía, creaciones que están sucediendo todo el tiempo. Es por ello que, si entendida de este modo,  la crítica se propone volver más complejo el concepto de actualidad tal y como es inmediatamente dado, para concebir una interlocución cultural que escrute y hospede las marcas que otros, antes, han dejado en la ciudad; que recupere lo que se había perdido, o lo que estaba olvidado, o lo que se hallaba oculto; que sea capaz de explicitar la potencia de una inactualidad crítica frente a lo que es vetusto, o pura amnesia, o repetición inadvertida.

A través de Deodoro, la Universidad busca ser la ocasión de un hecho de lenguaje donde narradores, poetas, dramaturgos, actores, músicos, artistas visuales, vivos y muertos, encuentren un lugar común, la crítica.