Quince veces morir

En el tránsito del invierno a la primavera hubo un momento bisagra, un lugar bisagra en la vida de cada cordobesa, en la vida de cada cordobés: una alcantarilla una mañana de domingo. La inmundicia, paradójicamente, abrió el juego para poner sobre la mesa la discusión sobre cómo parar, de una vez por todas y para siempre, con la violencia machista.

María Soledad Ceballos (Comunicadora Social)

Escuela de Parque Liceo.

2º grado.

(28 de septiembre)

Mientras tratan de escribir un cuento, uno a cada lado:
Sabés seño que un amigo de mi primo tenía todo de Chucky: muñecos de Chucky, almohada de Chucky, remera… todo, y cuando se levantó a la mañana Chucky había matado a la mamá.
¡¿Chucky había matado a la mamá?!

Por eso yo tengo todo de Dragon Ball.

Analía, Marisa, Nadia, Nilda, Carina, Carolina, Arnulfa, Rosita, María del Carmen, Lorena, Andrea, María, Silvina, Paola y Liz son las mujeres que desde el 1 de enero de este año fueron asesinadas en el territorio provincial. Ellas, quince en total y hasta ahora, tenían un nombre y una vida. Se las interrumpieron para siempre. Nombrarlas para que existan, para contar que existieron, para no olvidarlas.

El último femicidio en Córdoba capital (el último en la provincia fue el 18 de octubre en Cosquín) conmocionó como ningún otro: la visibilidad que había tomado la desaparición de Paola desde el primer momento, las horas de búsqueda, las expectativas y esperanza de toda la ciudad y una alcantarilla que se llevó puesto todo eso en un instante. El hallazgo del cuerpo de Paola llevaba un plus que era luz: su hija Martina dormía entre la mugre y el frío cuerpo de su madre.

Contar para dimensionar

Martina es una en la treintena de niñas y niños que en 2014 se quedaron sin madre por culpa de la violencia machista, y una de las treinta a quienes habrá que darles explicaciones sociales, culturales, históricas y políticas cuando quieran saber qué les negó crecer con su madre. Treinta víctimas colaterales de la violencia de género que deben sumarse a las estadísticas.

Entre 2008 y 2012, en Argentina 1520 chicas y chicos quedaron huérfanas. En la mayoría de los casos la historia se repite: la madre muerta era el sostén y jefa de familia y los padres los responsables del crimen. Atendiendo esta situación, la legisladora santafesina Victoria Mariana Robustelli, presentó en la Cámara de Diputados de esa provincia un proyecto para que las hijas e hijos de las mujeres víctimas de violencia de género perciban una pensión no contributiva, a modo de reparación económica. El proyecto aún no fue tratado.

Repasar los números del femicidio ayuda a dimensionar un problema social que aún cuesta sacar de las secciones policiales, sucesos o ciudadanos (con O) de los medios. En Córdoba, según el Observatorio de femicidios Adriana Marisel Zambrano, de La Casa del Encuentro, en los últimos 7 años han sido asesinadas 136 mujeres.

El Estado provincial no publica periódicamente un registro oficial de los femicidios que se cometen provincia adentro ni qué se hace fehacientemente con el presupuesto destinado a atender a las víctimas de violencia de género. Sólo una porción del sistema judicial releva datos de las causas que trascienden la barrera ejecutiva y pasan a una instancia de judicialización de las denuncias.

La ley 26485, contra la violencia hacia las mujeres, sancionada en 2009, significó un gran avance en materia de derechos humanos de las mujeres. Permite tipificar todas las demás formas de violencia ejercida contra las mujeres, pero la falta de información oficial impide evaluar las políticas públicas que atienden situaciones de violencia contra las mujeres. En definitiva, no se sabe cómo se implementa en Córdoba esta ley.

Leyes medio vivas, medio muertas

En 1995, en la IV Conferencia de Naciones Unidas de Beijing, se trazó un Programa de acción para potenciar el papel de las mujeres en el mundo, exhortar a los gobiernos, organizaciones e individuos a que promuevan y protejan los derechos humanos de las mujeres con herramientas pertinentes. Beijing aportó un documento que, aun sin ser una herramienta jurídica, sirvió (y sirve) como guía política para los gobiernos, instituciones, organizaciones de la sociedad civil y sector privado.

En Argentina, y gracias a los esfuerzos incansables del movimiento feminista y la voluntad política, se sancionó en 2009 la Ley 26485 que trajo claridad en el mapa de la violencia contra las mujeres. Con ella se reconocieron los distintos tipos de violencias (Art. 5: física / psicológica / sexual / económica y patrimonial / simbólica) y los modos en los que ésta puede manifestarse (Art. 6: doméstica / institucional / laboral / contra la libertad reproductiva / obstétrica / mediática). Con esta ley, aquella noción de que violencia son los golpes se transformó en muchas otras, sobre las que es necesario poner atención.

Sin embargo, la plena aplicación de esta ley en todo el territorio nacional y la implementación de los programas previstos no llega a todos los rincones de la provincia ni forma a las instituciones involucradas: si una mujer quiere denunciar una situación de violencia, en algunas comisarías siguen pidiéndole que muestre las marcas en el cuerpo como si un insulto, un empujón, una retención de documentos, el control de los mensajes telefónicos o el impedimento de vestirse, salir o decir determinadas cosas no fueran modos de violencia.

Los medios en el medio

La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual trajo consigo la responsabilidad que en este tema tienen (y deben asumir) la radio y la televisión. Una parte de la ley que cuesta se conozca, aplique e implemente. En sus artículos 3, 70 y 71, se especifica la necesidad (y la responsabilidad) de proteger y salvaguardar la igualdad entre hombres y mujeres desde el tratamiento plural, igualitario y no estereotipado, evitando toda discriminación por género u orientación sexual; evitar contenidos que promuevan o inciten tratos discriminatorios basados en la raza, el color, el sexo, la orientación sexual, el idioma, la religión, las opiniones políticas o de cualquier otra índole, el origen nacional o social, la posición económica, el nacimiento, el aspecto físico, la presencia de discapacidades o que menoscaben la dignidad humana; y además, deben velar por el cumplimiento de determinadas leyes, entre ellas, la 26.485. Cuesta que se hagan cargo, mucho.

En este marco es que la radio y televisión hoy tienen legislación específica desde donde erradicar las violencias; mientras que la prensa gráfica, aún sin leyes propia que proponga, regule y exija, debería velar por el respeto de derechos, y ese marco lo otorga la 26485. En 2012 la Justicia Federal ordenó al diario Clarín a rectificar el título del informe: “La fábrica de hijos: conciben en serie y obtienen una mejor pensión del Estado”, publicado en abril de 2009 considerado agraviante y tendiente a la discriminación y violencia psicológica, sexual y simbólica contra la mujer. Un antecedente que vale para saber que las leyes tienen infinitos modos de ser usadas porque si a las leyes escritas no las exigimos, no las habitamos, indudablemente no servirán de nada, serán letra muerta.

Erradicar desde el aire

Este año, la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual está llevando adelante acciones en torno al Año de lucha contra la violencia de género y violencia mediática contra las mujeres. Estas actividades implican charlas, talleres y jornadas de sensibilización en todo el país con todas las personas involucradas en el proceso de producción y tratamiento de la información. Además de deconstruir y transformar los modos de decir frente a una cámara o detrás de un micrófono, las audiencias cuentan con una herramienta de denuncia específica, para que aquella vieja práctica del “si no te gusta, apagá la tele”, hoy pueda resignificarse cambiando de canal, pero sin dejar de denunciar qué derechos han sido vulnerados.

La mañana de ese primer domingo de primavera se usaron impagables minutos de aire y se gastaron miles de tintas en decir cómo hacer para parar el dolor. Se sostuvieron durante días titulares que nos decían que “Martina lucha por su vida, que está mejorando” y la esperanza de toda una ciudad en vilo se encendía; u otro título se escribía contando que un “Nuevo femicidio conmueve a Traslasierra”, pero, justo ahí, en el margen inferior derecho de la misma página del mismo diario, cuerpos desnudos de mujeres dicen que está “Dispuesta a todo” o que “Busca amor” o muestra a la “Novia oculta”. La perspectiva de géneros y la violencia mediática en una misma tapa de diario. Cuando se apaga la luz del REC, volvemos al chiste, al agravio, a la denigración y al lugar común de creer que si las mujeres no se ríen es por su condición estereotipada indiscutible de amargas.

A la cultura machista se la transforma aprendiendo, conociendo, preguntando, educando y educándose, generando nuevos relatos y siendo responsables. Y a la cultura patriarcal se la transforma, sobre todo, dejando por una puta vez de mirar para el costado.

PARA DENUNCIAR

Línea Nacional de Atención Telefónica y Gratuita: 144

0800 888 9898 – Línea gratuita y anónima para asesoramiento, denuncia, intervención y/o derivación ante situaciones de violencia familiar en la provincia de Córdoba.

Unidad Judicial de Violencia Familiar. Duarte Quirós 650 – Centro. Tel: 0351. 4331635, las 24 hs.

Unidad Judicial de la Mujer y la Niñez. Rondeau 258 – Centro. Tel: 0800 555 8342 / 0351. 4331484, las 24 hs.

Centro de Prevención, Asistencia y Rehabilitación de las Víctimas de Violencia, Hospital Aeronáutico Córdoba. Av. Colón 450. 2° piso Of. 202. Tel: 0351. 4298 800 (int. 39141).

Centro de Atención Integral para la Mujer Maltratada. Lima 266. Tel: 0351. 4210251.

Consejo Provincial de la Mujer. Av. Colón 287. Tel: 0351. 4341355/56

Centro de Investigación y asistencia de la Violencia Doméstica. Av. Vélez Sársfield 2311. Tel: 0351. 4688542

Centro de Asistencia a la Víctima. Pje. Santa Catalina 66. Tel: 0351. 4212057

Dirección de Violencia Familiar del Ministerio de Desarrollo Social. Av. Olmos 175. Tel: 0351. 4342188.

Dirección de Violencia Familiar (Ministerio de Justicia). Alvear 150 – Centro. Tel: 0351. 4342113.

Mesa de entrada de Violencia Familiar. Duarte Quirós 650 – Centro. Tel: 0351. 4298011.

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