P3nd3jo5 en Skate

 

 Perrone

En la última edición del Bafici (Buenos Aires Festival de Cine Independiente), el director argentino Raúl Perrone obtuvo el premio a mejor director dentro de la competencia argentina, por su último trabajo hasta la fecha, P3nd3jo5. Estrenada en nuestra ciudad, y proyectada por última vez el mes pasado, esta película parece reconfigurar o plantear un nuevo punto de inicio en la carrera de uno de los directores más prolíficos de nuestro país, al tiempo que se destaca por su originalidad dentro del panorama actual de nuestro cine. Recordemos que Perrone la define como una cumbiópera, inaugurando un nuevo género cinematográfico.

 

Los Imposibles

 

Roger Koza

(Crítico, cineclubista y programador)

¿A dónde van los skaters cuando llueve?

¿A dónde cuando el movimiento

–cadencia y fuga–

se interrumpe

y los cielos…

los cielos se ponen negros?

Alejandro Ricagno

P3nd3jo5, de Raúl Perrone, es la película argentina del año, como lo fue Tierra de los padres el año pasado y como lo será en el 2014 la nueva película de Lisandro Alonso, todavía sin título. Son películas singulares, radicales, totalmente personales, a contramano de las exigencias del mercado pero también de las usinas de producción de los festivales de cine.

P3nd3jo5 se define como una cumbiópera, un neologismo misterioso, una impensada combinación donde se entrecruzan sensibilidades musicales en principio inconmensurables. Música culta europea y música popular latina, complejidad armónica y vitalidad rítmica se yuxtaponen en este universo sonoro en el que las reglas de la composición pertenecen a un tercer concepto musical propio de las tres últimas décadas y que proviene de cierta inquietud de algunos artistas, músicos tanto de la esfera clásica como electrónica: la alteración de la estructura de obras musicales ya existentes mediante una aceleración general de la pieza o una fragmentación selectiva donde la repetición tiene un papel preponderante. La unión de la cumbia y la ópera en P3nd3jo5 es posible bajo ese concepto clave, el de repetición, que los DJs que acompañan a Perrone consiguen sintetizar apelando a una estética electrónica. El resultado musical es perfecto, admirable, pero responde a una estructura previa. Seguir leyendo

Encrucijadas del monocultivo de la mente

En Deodoro de Noviembre 013

César Marchesino

cerebro

Durante los primeros días de septiembre de 2011 el Gobierno Nacional anunció como uno de los objetivos centrales del Programa Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA) elevar la producción de granos en casi un 60%, pasar de 100 a 157 millones de toneladas de granos en un plazo de 10 años. A su vez entre los fundamentos de la implementación de dicho programa encontramos que se busca garantizar la Soberanía Alimentaria y crear riqueza económica mediante la competitividad, la innovación tecnológica y la producción sustentable.

Las voces críticas no se hicieron esperar, y un amplio arco de organizaciones y movimientos sociales que incluye tanto al Movimiento Nacional Campesino Indígena como a ONGs ecologistas expusieron con datos incontestables las contradicciones implícitas en el modelo propuesto por el PEA[1]. La primera y más flagrante de estas contradicciones se expresa en la pretensión de garantizar la Soberanía Alimentaria en base a la continuidad y profundización del modelo de producción agrícola instaurado en nuestro país y la región desde la década del 90. Un modelo que tiene como pilar fundamental la utilización del paquete tecnológico de los cultivos transgénicos y la expansión de la frontera agrícola sobre ecosistemas que hasta ese momento albergaban formas de vida y comunidades cuya existencia se encuentra amenazada y resulta incompatible con dicho modelo productivo.

El concepto de Soberanía Alimentaria adoptado por la FAO durante su cumbre de 1996 fue el resultado de un constante trabajo de la Vía Campesina –de la cual el MNCI es el referente nacional– en pos de la defensa de los derechos esenciales de los pueblos a decidir qué alimentos producir y cómo producirlos, siempre dentro de un marco de justicia social y ambiental. En ese sentido defender la Soberanía Alimentaria, tal como lo plantean la Vía Campesina y sus aliados, implica antes que nada hacer frente al monopolio de las transnacionales del agronegocio y sobre todo requiere un ejercicio de lucidez que permita poner blanco sobre negro en materia de producción agrícola. Asumir la defensa de la Soberanía Alimentaria significa desmontar el mito de que el monocultivo de granos transgénicos está orientado a satisfacer las demandas de alimentos a nivel mundial y en consecuencia demostrar por el contrario que dicha producción responde antes que nada a los requerimientos de la industria y los vaivenes de la “timba financiera global” a costa de erosionar y devastar sistemas de producción campesina que son los verdaderos productores de alimentos sanos en consonancia con la sustentabilidad socioambiental. Seguir leyendo

Asado gourmet: dos degustaciones sobre el disco Asado de Minino Garay

ASADO.CD TAPA

En DEODORO de Noviembre 013.

El músico cordobés residente en Francia visitó su ciudad natal para presentar su más reciente disco anclado en el sonido del cuarteto tradicional. A la par de su presentación quedaron algunas discusiones acerca del género cuartetero, su presente y su futuro, que aquí quedan plasmadas en dos miradas sobre la obra.

 

El patio de la infancia

Pablo Arietti 

Un disco importante suele generar perspectivas disímiles. Cunden ejemplos entre nombres cercanos, cuya simple exposición respectiva de miradas en pugna –recurso facilitado, como tanto, casi podríamos decir como casi todo, por Google o Wikipedia– alcanzarían para intentar completar este espacio. Haciendo gracia de la puesta en valor por oposición a repercusiones que siguen alimentando trabajos vecinos, celebremos, es la propuesta, lo que Minino Garay hizo en “Asado”, su último puñado de canciones que saluda a la música de Córdoba.

La mirada no es otra cosa que distancia. Alejarse, un poco nomás, para dejar entrar. Y volver. Seguir leyendo

La destrucción de los bosques y la desaparición del campesinado

La causa última de los incendios de miles de hectáreas en Córdoba (producto, entre otras circunstancias, de una deficitaria ley provincial de bosques) y la exigencia social de una instancia plebiscitaria sobre la instalación de la planta de Monsanto en Malvinas Argentinas, ampliaron a toda la ciudadanía una discusión sobre el modelo productivo y sus consecuencias socio-ambientales que, sobre todo en Córdoba, tiene muchos años de lucha y muchos sujetos sociales en cuestión. Tomando, entre otras, las aristas más importantes en relación a desmontes, soberanía alimentaria y derecho a la tierra, aquí profundizamos un debate pendiente y actual como pocos.

En DEODORO de Noviembre 013. INFORME.

Fernando Barri

La relación entre el hombre y los bosques en nuestra región tiene una historia milenaria. Los pueblos originarios habitaron los extensos bosques chaqueños por siglos, utilizando sus recursos sin llegar a degradarlos. Posteriormente, la conquista española dio origen a un mestizaje con profundos cambios culturales. Ello implicó el surgimiento del campesinado, cuyas prácticas agrícola-ganaderas si bien modificaron el uso de la tierra, siguieron coexistiendo con los bosques nativos de la región chaqueña. En muchas regiones de Latinoamérica este vínculo es tan claro que si combinamos el mapa de distribución de bosques nativos y el de las comunidades campesinas e indígenas la superposición es casi exacta, lo cual es una prueba irrefutable de la estrecha, si bien no siempre idílica, relación entre el campesinado y los bosques nativos. Por lo tanto, mantener la vida campesina significa no solo evitar marginar a cientos de miles de personas, sino indirectamente también preservar los bosques nativos y los bienes y servicios que estos brindan al conjunto de la sociedad.

Entre los múltiples beneficios que nos brindan los bosques nativos están: (1) proveernos de un sinnúmero de especies de interés económico, ya sean plantas alimenticias, maderables o medicinales; (2) evitar la desertificación y pérdida de productividad de los suelos, que en nuestra provincia supera el 25% de su superficie, a consecuencia de las malas prácticas agrícolas en regiones no aptas a tales fines; (3) mitigar los efectos del cambio climático global, que representa una seria amenaza a nuestra subsistencia como especie en el planeta, y provocará mientras tanto incalculables gastos para revertir sus consecuencias socioeconómicas; (4) mantener la provisión de servicios ecosistémicos esenciales, tales como la provisión de agua por parte de nuestras cuencas serranas; (5) sostener economías regionales y garantizar la soberanía alimentaria de millones de personas. Seguir leyendo

El intercambio

gorra

Texto de Apertura DEODORO Noviembre 013

Guillermo Vazquez

Hace poco más de quince años, a mediados de los noventa, quienes rondábamos el umbral de la adolescencia y los últimos peldaños de la niñez, usábamos (todos) gorra. La gorra no diferenciaba clases sociales, opciones estéticas, ni nada. Del Cerro a Villa La Maternidad. Era única obligación doblar la visera, vincularla –en la mayoría de los casos− a algún equipo de básquet, y no mucho más. (La NBA había entrado con fuerza −era la época de Jordan, y la época de los viajes a Miami, cuyos viajeros retornaban con indumentaria propicia−, Atenas se consolidaba como un equipo mítico, y en la liga nacional estaban los primeros vestigios de lo que luego se llamaría la “generación dorada”. Y acá también hay una cuestión generacional).

Varias veces me “robaron” la gorra. El porqué de las comillas será explicado, en tanto el uso impropio del verbo. Otras veces presencié el robo de una gorra ajena en vivo. Decenas de veces escuché relatos de amigos de San Vicente –donde vivía– y aledaños que estaban en ese intercambio de gorras (del lado activo y del pasivo). No me volvió a suceder, desde fines de los noventa a esta parte. Perdí, robé y me robaron otras cosas (libros, plata, celulares, billeteras, relojes). Pero nunca más una gorra.

Las veces que me sucedió a mí (siempre parte pasiva), he dicho, fueron varias. Por ejemplo, en la plaza Lavalle, donde rápidamente un amigo del primario corrió al chango que me la había sacado, lo alcanzó y se la sacó. Nada de policía, de paranoia, de locura vengativa, de “sensación de violación”. La gente en la plaza, aunque con menos agitación, lo vivía tal como nosotros: una cuestión de paso. Era imposible, en aquel entonces, encontrar en algún diario o informe de noticiario, preocupación alguna por el arrebato de las gorras. Era una suerte de obviedad, de situación posible. Seguir leyendo

La política de seguridad del cordobesismo

DEODORO TAPA FINAL

En DEODORO de Octubre 013

Transcurrimos momentos complicados para discutir la política de seguridad en Córdoba. Complicados porque en medio de una coyuntura de investigaciones judiciales, con imputaciones y detenciones a la jefatura de Drogas Peligrosas, es difícil salir del tono de escándalo y dejar de lado lugares comunes que naturalizan una situación alarmante. Por eso mismo, creemos que es un momento oportuno para volver a instalar en la agenda pública algunas aristas del problema y aportar datos para ampliar y complejizar la discusión.

Valeria Plaza y Susana Morales

(Docentes e investigadoras de la UNC)

Primeramente, creemos que con las renuncias de las “cabezas” de la institución –como el Ministro de Seguridad Alejo Paredes y el jefe de policía Frías– no se resuelve el problema. Tampoco se soluciona con el “perfil técnico” de la nueva Ministra de Seguridad, que a pesar de no provenir de las fuerzas de seguridad, expresa un modo más de continuidad de la política que se desarrolla desde 2003. A continuación, algunas de las formas en que se expresa el concepto acuñado por el Gobernador: el Cordobesismo. Seguir leyendo

En el origen fue el miedo

Dossier: la seguridad en cuestión. En DEODORO de Octubre, 013.

Carlos Balzi (Filósofo, profesor e investigador de la UNC)

No soy en absoluto naturalista (como se dice ahora) e ignoro por completo mediante qué resortes actúa el miedo en nosotros; mas es desde luego una extraña impresión; y dicen los médicos que no hay otra que saque tanto de sus casillas a nuestro juicio.

Michel de Montaigne

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Durante siglos –y en algún sentido aún hoy– se concibió a ese período de la historia de Occidente al que llamamos Modernidad como la alborozada liberación de las tinieblas medievales. Hace tres o cuatro siglos, los hombres y mujeres europeos, pero sobre todo los hombres, al sacudirse la tutela ignominiosa de la Iglesia, comenzaron a explorar las innumerables bendiciones que su razón prodigaba, y el camino que se abría ante sus ojos prometía una plácida marcha hacia la cosecha progresiva de sus frutos. Ese idílico cuadro se volvió insostenible desde que, ante la suma de espantos que la misma humanidad protagonizó hacia mediados del siglo XX, la historia se vio obligada a revisar con nuevos ojos lo que sucedió entonces. Se pudo descubrir así que el entusiasmo que suponíamos en los inicios de nuestra época era difícil de armonizar con el retrato que de la condición humana ofrecía la obra que definió como ninguna otra, para bien o para mal, la manera en que nos percibimos y la forma en que respondemos desde entonces el desafío sobre cómo vivir juntos. Seguir leyendo