“No hay militancia que valga si no podemos decir algo que sea alternativo a la violencia que nos proponen”

Entrevista a José María «Bichi» Luque (referente del Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos)

bichi

Por Susana Morales, en DEODORO Marzo, 014

Hicimos esta entrevista apenas unos días después del acuartelamiento de la Policía de Córdoba. Días en los que vivimos la violencia, los saqueos, el linchamiento de sospechosos por portación de moto. Hubo un muerto –se sospecha que de balas policiales- muchos heridos, nunca sabremos cuántos y muchísimos detenidos, muchos de ellos, menores. El Bichi, forma parte del Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos, que desde hace siete años organiza la Marcha de la Gorra, la única expresión organizada y sistemática contra la política de seguridad provincial en la que además de poner en cuestión al Código de Faltas y su uso arbitrario, es la única llena de jóvenes de barrios marginales de la ciudad que sólo pueden acceder libremente al centro en esa ocasión.

El conflicto terminó por dar mayor poder a una Policía que demostró tener todo el poder territorial ordenando esa zona gris de la política, en la que aparecen relaciones opacas que crean condiciones para la violencia colectiva, como plantea Javier Auyero. Por eso, esta entrevista intenta ser más que un recorrido por la trayectoria militante del Bichi, para permitirnos escuchar cómo leen estos conflictos quienes viven la calle, el baile y los sectores populares de la ciudad de Córdoba.

-Contame de dónde sale el Bichi que vemos siempre al frente de la Marcha de la Gorra.

Bueno, yo empecé participando hace mucho ya, cuando tenía 15 más o menos hasta los 17, de unos talleres de la red Buhito con otros chicos de barrios de la ciudad. Ahí teníamos sobre todo espacios de capacitación en derechos humanos, muchos espacios de discusión. Ahí aprendí sobre la memoria, sobre las luchas de los jóvenes en los 70. Y bueno, también algunos rollos porque no queríamos hacer lo que los adultos nos decían, una cuestión más adolescente. Nos decían que no echen moco, que no se droguen, que no hagamos… y bueno, hacíamos todo lo contrario. Después, dejé de participar ahí, pero yo seguí en algunos espacios. En la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos, con algunos compañeros de ONGs. Y ahí fue donde empezamos a ver por dónde nos afectaba el Código de Faltas. Porque a mí, a muchos nos detuvieron un montón de veces, pero también a los chicos del barrio de donde yo venía, y hablabas con chicos de otros barrios y también. Y no sabíamos qué hacer, y yo tiré el tema en la Mesa de Trabajo y empezamos con unos talleres sobre el tema.

En ese camino, también se fue armando el Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos, donde ya nos juntábamos los jóvenes por nosotros mismos, sin los adultos. Éramos chicos que estábamos con varias ONGs, Rodrigo, el Santi, Álvaro, la Lucre. Y bueno, también ahí nos pasó que estábamos hartos de talleres y formación. Ya estábamos cocinados de eso, crocantes para buscar nuestra organización y manifestarnos.

-¿Y de ahí sale la Marcha de la Gorra?

-Sí, de que necesitábamos manifestarnos. Pero manifestarnos desde nosotros. Los jóvenes de los barrios. Y se armó la primera marcha. Elegimos el 20 de noviembre porque es el aniversario de la Declaración de los Derechos del Niño, y ahí llegábamos juntos con el Colectivo de Infancia. En las primeras dos o tres marchas, nosotros marchábamos desde Colón y Cañada y ellos con los más chicos desde el otro lado y nos encontrábamos en la Plaza San Martín. Pero después la Marcha de la Gorra fue creciendo mucho y también hubo chispazos con el Colectivo de Infancia, porque cada uno tenía como sus… prioridades. Y hoy solamente queda la Marcha de la Gorra y ellos se suman.

-Y el Colectivo de Jóvenes, ¿qué es mientras no están organizando la Marcha?

-Y… yo puedo ser el Bichi, el referente de ese espacio. Pero yo estoy ahí porque el Colectivo me puso ahí. Porque en el Colectivo pensamos juntos, somos amigos, somos compañeros, nos contenemos entre todos. Y sin todo eso, no hay Bichi, sin la Bel, el Santi, o el Álvaro, o el Rodri y todos los otros.

El Colectivo fue cambiando mucho todo este tiempo. Nuestro foco siempre es proteger los derechos de los jóvenes frente al abuso policial. Y es un espacio, casi que el único, de militancia social de los jóvenes. Esto porque es el espacio donde llevamos y discutimos las cosas que vemos y que nos pasan en la calle. Porque somos como una esponja de todo lo que va pasando en nuestro barrio, con nuestros amigos, con lo que nos cuentan. Y ahí analizamos, tratamos de entenderlo, de darle una vuelta. A veces pasan dos, tres o cuatro reuniones discutiendo algo hasta que sale una acción.

Que si vemos que los talleres que hacíamos resultan aburridos, le buscamos otra forma: y sale la obra de teatro. Ahí buscamos un profe, el Toto López se prende y la armamos. Pero también pensamos dónde la tenemos que hacer: y tratamos de que no sea solamente con chicos en los barrios, laburamos para entrar a lugares como el Complejo Esperanza porque ahí también hay que discutir con los chicos qué les está pasando. O si vemos que nos hace falta protección, y salimos a discutir con otras organizaciones, como la Mesa de Trabajo. O cuando fue lo del Facu: fue muy loco porque nosotros nos enteramos antes de que empiece a salir la Vivi, y discutimos cómo nos enteramos, preguntamos mucho, reconstruimos quién era el Facu, qué hacía, con quiénes, para salir después con otra fuerza a pedir que aparezca, no importa si tenía que ver con las drogas o no. O si necesitamos tener otra información sobre el abuso policial, que no sean los números de la policía sino la palabra de los jóvenes; y ahí empezamos con la idea del registro. Nos juntamos con vos, con la Silvia Plaza y va saliendo de a poco.

Por eso yo digo que el Colectivo es que nos pensamos juntos, y de ahí cada uno sale a hacer lo que le toca. Y sin Colectivo, no sabríamos qué hacer.

Ahora ya nos estamos poniendo grandes, y la cosa es seguir buscando para que otros como yo también encuentren ahí que pueden tener alguna forma de luchar por sus derechos.

-Cuando ustedes salen a la Marcha, defienden también una cultura, la del barrio, la del cuarteto, la de los jóvenes de sectores populares. ¿Qué mirada tienen sobre esto?

-Yo no sé si es una mirada. Es lo que nos gusta, soy de aquí y banco a muerte a Jiménez y ahí pasan un montón de cosas. En el baile, los cuerpos, la música al palo, son un montón de cosas. Ahora no estoy yendo porque esta cabeza grande que tengo no puede parar de pensar y de analizar todo lo que pasa ahí, no relajo. Por ahí no es lo que les pasa a los otros compañeros que van, se toman un vino y se mueven y lo disfrutan. Pero ahora yo no puedo. Y de lo que pasa ahí hay cosas hermosas, y también de las otras.

-Y ¿cómo es defender eso cuando muchos señalan que lo que pasa en los barrios y que la cultura de los jóvenes es la causa de todos los males?

-Yo creo que es difícil. Porque yo también se cuáles son los límites. Porque yo también se que lo que pasa en los barrios y en el centro no es blanco o negro. Pero yo tengo que decir que no somos todos delincuentes ni peligrosos. Nos toca a nosotros trabajar en ese punto (hace señas como de equilibrio), pero sin dejar de mirar todo lo que pasa ahí.

Cuando el Colectivo se presentó a la Policía de Córdoba como una organización provincial, podíamos sacar a muchos pibes a los que los llevaban por Código de Faltas. Decíamos que eran del Colectivo y salían. Eso ya no está más. Pero ahí sabíamos que muchos sí podían estar echando moco. Y cuando te pasa que un amigo de toda la vida te roba el celular, después de que te enojaste, pensás, pensás y decís: claro, si a este chabón ya lo detuvieron tantas veces por nada. Y entonces, él puede chorear porque ya lo trataron como un choro desde antes. Y estuvo preso por las dudas. Y entonces uno encuentra un lugar para entender por qué a mí me puede hacer eso. Porque el Código de Faltas también hace eso, hace que después de tratarte como delincuente muchos terminan portándose así. ¿Y por qué no, si igual vas preso? Es jodido, pero a las mismas cosas que hace uno de Nueva Córdoba, a nosotros nos la cobran por ser pobres. Es el mismo porro, la misma merca.

-En estos días, vivimos un acuartelamiento policial, y vimos no sólo saqueos, también estos grupos que salieron a defenderse de los sospechosos en el centro y en Nueva Córdoba. ¿Qué análisis hacés de lo que pasó por estos días?

-Yo lo que creo que es esto es una consecuencia del estado policial que hay en la provincia. Porque si vos decís, de este lado, están los delincuentes, aquí los decentes, y en el medio no hay nada más la policía, ¿qué pasa cuando la sacás de la calle? Se movieron las fichas y vimos que ellos tienen el poder máximo en el territorio y que a la “tranquilidad” la manejan ellos, la policía. Vemos lo que pasa cuando esta ficha tan grande que es la policía está presente en toda nuestra sociedad, en todo lo que hacemos todos los días. Y que todo el tiempo está generando violencia, por eso unos creen que pueden salir a romper todo. Y también los que creen que necesitan cagar a palos a alguien y que eso es defenderse. Nadie mira lo que hace la policía todos los días, sino que nos siguen mirando a los jóvenes y a los pobres como responsables de todo.

Yo no creo que podamos pensar que volvió la tranquilidad, porque si la tranquilidad es lo que pasa todos los días en los barrios, con todos los derechos que se violan, con la violencia que ejerce la policía todo el tiempo, con lo que deja que pase con los que sí tienen negocio con las drogas y lo que se roba, con que te miren como delincuente porque sos joven y sos pobre, no podés estar tranquilo.

La responsabilidad de la violencia de los saqueos va a recaer sobre las mismas personas que cae siempre, los jóvenes que intentamos laburar, que salimos a la calle a ganarnos la vida. Se suma un punto más al identikit que tiene el Estado para echarnos la culpa: somos jóvenes, varones, mujeres y ahora también usamos motos y somos peligrosos. Ese es el resultado de los hechos de violencia que vivimos. Una vez más los pobres tenemos la culpa de lo mal que estamos.

-Y en esto de las responsabilidades, ¿cómo lo podemos pensar? Porque parece que si vuelve la policía y meten presos a los saqueadores, todos los responsables están en su lugar.

-Lo que dijo el Gobernador fue muy complicado. Porque quedó claro que el único que manda en la provincia es él. Y es el único que puede solucionar el problema. No tuvo ninguna autocrítica. Y de ahí le dio más poder a la policía que salió a reprimir con todo. Pero nadie dijo que lo que hicieron está mal. Nadie salió a decir nada de los que hicieron barricadas y golpearon gente en el centro, también es como decir que esa casi guerra civil estuvo bien. Entonces, ahora la discriminación se paga con violencia.

Tampoco hubo nadie que salga a buscar tranquilidad o alguna alternativa para los que vivíamos esos hechos. Nadie de la política. Silencio. Los medios mostraban solamente los hechos violentos y los repetían sin parar.

Entonces todo lo que hicimos, todo lo que charlamos y discutimos como Colectivo quedó atrás. No solamente nosotros, todas las organizaciones sociales o políticas. Porque queda fuera de juego, no hay CORREPI, no hay Mesa de Trabajo, no queda Marcha de la Gorra. Porque en medio de tanta violencia que hay entre los que vivimos en la ciudad, enojados todos con todos, no hay militancia que valga si no podemos decir algo que sea alternativo a la violencia que nos proponen.

José María “Bichi Luque” es militante y referente del Colectivo de Jóvenes por Nuestros Derechos. La organización organizadora de la cada vez más masiva Marcha de la Gorra, trabaja principalmente para proteger los derechos de los jóvenes frente al abuso policial.