Editorial de la primera edición de DEODORO, Septiembre de 010
Diego Tatián
Deodoro no se propone ser una revista de información, ni una cartelera de espectáculos, ni un servicio de orientación para el lector en la jungla de ofertas literarias entre las que la ciudad le permite optar. Tampoco es una revista académica. Se concibe más bien como una gaceta de crítica donde pensar los objetos culturales que Córdoba ha sido y es capaz de producir. Por crítica se entiende aquí una voluntad de indagar, leer, mirar, escuchar, conocer e interpretar reflexivamente; adoptar como tarea de pensamiento lo que otros hacen con las palabras, el cuerpo, las formas, los sonidos, las ideas, los colores o la materia, para contribuir así a un diálogo lúcido -no siempre abierto- en torno a ese hacer, que sucede insistente no obstante estar muchas veces despojado de un retorno y un interés crítico en su existencia. Crítica como compañía de lo que es raro y se interroga por el sentido de la aventura humana. Crítica, pues, como placer y tarea de escrutar y pensar objetos singulares que no admiten un desciframiento inequívoco, ni una reducción de los múltiples sentidos que son capaces de alojar, ni un esclarecimiento según los preceptos de eficacia que impone la comunicación mediática.
En cuanto palabra reflexiva sobre significados culturales que encuentran sus soportes en una variedad indeterminada de materiales, el trabajo de la crítica se halla siempre inscripto en la encrucijada de una herencia -transmitida por la memoria interrumpida, catastrófica y a veces involuntaria de la ciudad-, y la inagotable producción de cosas nuevas, invenciones individuales o colectivas que no dejan reducirse a lo que había, intervenciones que le añaden al mundo algo que antes no existía, creaciones que están sucediendo todo el tiempo. Es por ello que, si entendida de este modo, la crítica se propone volver más complejo el concepto de actualidad tal y como es inmediatamente dado, para concebir una interlocución cultural que escrute y hospede las marcas que otros, antes, han dejado en la ciudad; que recupere lo que se había perdido, o lo que estaba olvidado, o lo que se hallaba oculto; que sea capaz de explicitar la potencia de una inactualidad crítica frente a lo que es vetusto, o pura amnesia, o repetición inadvertida.
A través de Deodoro, la Universidad busca ser la ocasión de un hecho de lenguaje donde narradores, poetas, dramaturgos, actores, músicos, artistas visuales, vivos y muertos, encuentren un lugar común, la crítica.
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