Por Fernando Barri
Agua que no has de beber
Abrimos la canilla de nuestras casas y nos tomamos un vaso de agua con la misma naturalidad con que respiramos. No tenemos en cuenta que en un futuro no muy lejano, podríamos abrir la misma canilla y que de ella no salga nada, y no precisamente porque se haya roto un caño de distribución, sino simplemente porque hayamos agotado el recurso. El agua es un recurso renovable, pero se puede perder por completo si alteramos los ciclos naturales en los que se desarrolla. Nuestra actitud de desaprensión ante un elemento tan vital en nuestras vidas se aprecia mejor si tenemos en cuenta que un tercio de la población mundial (miles de millones de personas) no tiene asegurado el acceso al agua para consumo.
Había una vez un bosque
Los bosques nativos están íntimamente vinculados con el agua, no solo porque al igual que nosotros también la necesitan para vivir, sino porque en su estructura la cobijan y retienen junto con el suelo. Por ello decimos que las cuencas serranas son nuestro tanque de agua natural, ya que si están bien conservadas, por el llamado “efecto esponja”, evitan las crecidas drásticas de los cursos de agua en la época de lluvia y retienen parte de esa agua para que esté disponible en la época de sequía. Y es importante tener en cuenta que todos vivimos en una cuenca, y que lo que pasa en ella afecta la cantidad, estacionalidad y calidad del agua que se genera en la misma. A pesar de ello, la política de los últimos gobiernos provinciales ha sido permitir que nuestros bosques desaparecieran casi por completo, es decir nuestras cuencas pasaron de ser esponjas a ser “toboganes”, lo que explica que en la temporada de lluvias el agua no sea retenida y destruya todo a su paso, y que a su vez en la temporada de sequía suframos su falta. El haber favorecido a los grupos económicos concentrados, ya sea grupos inmobiliarios o agropecuarios, ha provocado que un bien común tan esencial se haya visto seriamente afectado, dado que el ecosistema que lo provee fue desapareciendo por orden y gracia del “dios del dinero”.
Una amenaza sin precedentes
Así titulamos en 2010, junto con otros colegas de la traicionada comisión de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos, un artículo en la revista de la Universidad Nacional de Córdoba. En él sintetizábamos la amenaza que implicaba la pérdida de bosques nativos en nuestra provincia, y cuando hablamos de amenaza no hablamos solo de los recursos que perdemos, sino sobre todo de las consecuencias sociales, económicas e incluso en vidas que ello implica. Lo ocurrido en Sierras Chicas a partir de las copiosas lluvias de febrero de este año es un claro ejemplo de ello. El pedido por parte de los vecinos de la región para que se declare la emergencia ambiental en la provincia está claramente justificado. Los estudios realizados indican que Córdoba ha perdido en el último siglo más del 90% de sus bosques y cerca de un 25% de sus suelos, lo que implica que grandes extensiones de la provincia se hayan convertido en desiertos improductivos, regiones enteras condenadas a la pobreza y la marginación. Si a ello le sumamos las proyecciones de cambio climático y la masiva contaminación, tanto de origen urbano como rural a la que estamos expuestos, no pueden quedar dudas que estamos ante una crisis ambiental sin precedentes. Sin embargo, el Gobierno de Córdoba no solo no toma en cuenta esta situación, sino que habla de “tragedia natural” cuando es evidente que también existieron causales políticas que incrementaron el daño ocurrido por las lluvias.
De qué hablamos cuando hablamos de política ambiental
Si un candidato a gobernador o intendente propusiera para las próximas elecciones como política de salud cerrar todos los hospitales y como política de educación cerrar todas las escuelas, probablemente ello generaría el rechazo de la mayoría de la población, quienes verían desencadenarse profundas crisis sanitarias y educativas si esas políticas se cumplieran. Sin embargo, el gobierno provincial y la mayoría de las intendencias de las regiones serranas han propuesto como política ambiental, en forma reiterada y con distintos argumentos, los desmontes masivos, la instalación de barrios cerrados por todas las cuencas, y hasta traer agua de otras regiones cuando ésta se nos acabe. Pero lo más grave no han sido que esas políticas se hayan convertido en una triste realidad, sino que el grueso de la población las aceptó sin miramientos, y hasta las aplaudió en más de una oportunidad… Los proyectos sociales para reforestar y recuperar parte de lo que hemos perdido son importantes, pero lo que realmente necesitamos es una correcta política ambiental en nuestra provincia, que implicaría entre otras cosas que los funcionarios de turno prohíban los desmontes y la instalación de nuevos emprendimientos inmobiliarios en las sierras, cosa que hasta el momento nunca ha ocurrido.
Ambiente, sociedad, economía y calidad de vida
Es fundamental que la sociedad cordobesa comprenda que cuidar nuestro ambiente no es simplemente mantener algunos árboles y flores, o dejar esa preocupación en manos de los “ecologistas”. Perder nuestros recursos naturales y servicios ecosistémicos afecta directamente nuestra calidad de vida. Sin cuencas bien conservadas no hay agua, sin suelos no hay producción, sin agua y sin producción no se desarrolla la economía, con una economía deprimida se incrementa la pobreza, el incremento de la pobreza genera conflictos sociales, y los conflictos sociales incrementan la inestabilidad política. Por eso, ante eventos como el ocurrido en Sierras Chicas debemos ir al origen del problema y preguntarnos: ¿qué han hecho nuestros gobernantes en las últimas décadas en materia de política ambiental? La respuesta es: poco y nada, y en general nunca se pusieron límites a los sectores de poder que se han encargado de destruir el ambiente.
¿Otra Córdoba es posible?
Los ecosistemas tienen cierta capacidad de recuperarse ante los impactos antrópicos, y pasados esos límites, en muchos casos es posible realizar una restauración ecológica, como hacen en muchos países del mundo donde comprendieron la necesidad de recuperar los servicios ambientales perdidos. Sin embargo, ello requiere de mucho esfuerzo, recursos económicos y humanos para llevarlo a cabo y los resultados recién se observan luego de transcurridos muchos años. ¿Es posible recuperar parte de nuestros ecosistemas naturales ante el actual escenario de crisis ambiental que sufre nuestra provincia? Podría serlo, pero ello requeriría que el Gobierno tome algunas medidas claras y concretas, entre las que se pueden mencionar: sancionar la prohibición al avance de la frontera urbana en las regiones serranas hasta tanto no se realice un ordenamiento territorial participativo con bases sociales y ambientales, crear reservas estrictas e invertir en los recursos humanos y materiales necesarios para su protección, impedir sin excepciones que se desmonte una sola hectárea más de bosque nativo, convocar a todos los sectores e instituciones involucrados para la gestión integral de las cuencas, y aplicar las medidas que ello implique, sin importar que intereses inmobiliarios se ven afectados. ¿Será ello posible?, todo dependerá de cómo reaccionemos como sociedad de aquí en adelante.
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