En el planeta de la música
Un recorrido por la breve pero intensa carrera de una de las bandas que más suena en la escena alternativa cordobesa.
Luciano Pascual
Viaje a un Minúsculo Planeta es un trío de música instrumental que se autopercibe como un “movimiento de músicos”. Integrado por Julián Barbieri en teclados, Santiago Viale en bajo y Simón Beaulieu en batería, su música oscila entre lo popular y lo académico –los tres integrantes son estudiantes de las carreras de música de la Facultad de Artes de la UNC– quienes, desde la aparición de su primer EP Danza de Paraguas, han recorrido un camino compositivo e interpretativo que los consolida como una de las propuestas más interesantes de la escena alternativa cordobesa.
Una de las apuestas principales de este colectivo consiste en volver el foco sobre la creación colectiva: un espacio en donde se forjan ideas, y en donde las energías de cada uno de los integrantes confluyen en un acto creativo único que es más que la suma de las individualidades. Este tipo de trabajo es esperanzador en el mundo de la composición donde hasta el día de hoy muchos aún mantienen una postura demiúrgica y no se detienen a reflexionar sobre las potencialidades del encuentro con el otro.
El sonido de la banda es ecléctico y reivindica “la fusión”, un concepto que deja gusto a poco, pero que da cuenta de la búsqueda particular del grupo: hacer confluir aspectos diversos de varios géneros musicales. Así, lejos de convertirse en un collage en el que el devenir temporal se interrumpe continuamente por cambios de género o estilos –a la manera de un zapping radial–, el universo sonoro de la banda se integra en un continuum en el que las distintas influencias son incorporadas al planteo específico de cada pieza borrando las huellas de sus orígenes. Pero esto no se reduce a la sonoridad sino que se filtra en la forma: en el medio de complejidades rítmicas, repeticiones hipnóticas, mixturas tímbricas fuera de lo común, aparecen momentos líricos pregnantes cercanos al último hit de moda que acercan a la banda al género de la canción.
Sus hallazgos estéticos, su uso del sonido puro, alejado de la tiranía de las palabras, permiten disparar la imaginación hacia una experiencia sin límite de aristas por las cuales transitar. “Canciones del Solsticio” por ejemplo, la última pista del segundo CD, “Cartografías”, propone al oyente sumergirse en una escucha hedónica que no por ello anula el momento reflexivo. Permite mantenernos como una presencia real en el mundo para disfrutar jubilosamente de la existencia. Desde la figura poética del Solsticio, “Viaje…” nos acerca desde el comienzo la mecánica de los ángulos y los movimientos con los que juegan la Tierra y el Sol. Estos son los puntos extremos de un ciclo perpetuo que permite la existencia de la enorme biodiversidad de la Tierra, la periodización de las estaciones del año y que es motivo de los incontables rituales de celebración que despiden a los días más largos o más cortos del año. Ciclos infinitos, rituales que reviven mitos, finales que devienen en comienzos, celebración fractálica que se materializa en sonidos. Esta pieza comienza con el plácido llamado de los instrumentos de viento, reconocidos también por su ligazón con los tiempos cíclicos de la respiración, para dar inicio al ritual. Así es que la forma musical se va construyendo en distintos momentos íntimamente relacionados entre sí que aparecen –y reaparecen– en un vaivén de imágenes sensoriales. Cadencias tenues que esquivan cualquier rasgo tajante, escalas musicales que dan un marco de referencia claro sobre el que colores armónicos tornasolados pueden liberarse a su devenir, cuestionando los usos tradicionales de las marchas armónicas, alejándose de los estereotipos y esquivando lo insustancial.
Así, en 2014, “Viaje…” cosechó su segundo LP “Cartografías”. Compuesto, grabado, editado y presentado en menos de 7 meses, logrando sortear las dificultades propias de la producción independiente en Córdoba sin perecer en el intento.
“Solsticio”, última pista del último disco de la banda, invita a revisar el proceso recorrido por el grupo en los últimos 5 años; de esta forma queda en evidencia cómo VMP creció rápidamente en este corto tiempo y logró insertarse en la escena local con críticas muy favorables. Desde sus primeros ensayos y el primer EP en 2011, como manifiesto de su propuesta estética, hasta el inicio del proyecto de su primer disco pasaron menos de doce meses. En diciembre de ese mismo año saltan al vacío con el desafío de realizar la banda sonora de la serie documental «Detrás del oficio», para la Televisión Digital Abierta. Este proyecto motorizó a la banda a componer y trabajar a partir de géneros apartados de su búsqueda particular y de los cual adquirían gran influencia. La banda se enriqueció a partir de esta experiencia debido al trabajo conjunto con otros artistas y al desafío de componer a partir de ideas y propuesta que venían desde fuera del grupo.
“Cartografías” resulta materia prima de una siguiente producción: Trilogía. Tomando 3 tópicos como puntos organizadores de una secuencia, la propuesta combina imagen y sonido en una producción audiovisual. Formalizada en 3 instancias: I. De la Religión, II. De la Ciencia, III. De la Música, la música viaja sobre imágenes de películas de Ron Fricke y Godfrey Reggio, con montaje de Lucas Asmar Moreno. El trabajo está disponible en su cuenta de Youtube, “viajeaunminusculpla” donde nos comparten también sus anteriores producciones, CDs completos, videos de sus grabaciones, videos sus presentaciones en vivo y otras sorpresas, o también a su cuenta de Band Camp “Viaje a un minúsculo planeta” donde encontramos sólo el material auditivo.
En Trilogía las mixturas se emparentan desde el ritmo, los colores, las texturas, las densidades y las atmósferas, combinando la sensación de lo inconmensurable que producen las imágenes escogidas con una marcha sonora caleidoscópica cuyos elementos se recombinan una y otra vez en variación constante del material sonoro. Esta marcha produce la sensación de un movimiento en el que el andar pasa desapercibido y de vez en cuando, la conciencia del instante se hace presente y produce la sensación del haber sido conducido hasta tales puntos de forma fluida, sin violencia y sin apuro.
“Trilogía” propone un recorrido de múltiples dimensiones que oscilan entre momentos, casi de una densidad desbordada mientras que otros instantes se caracterizan por la absoluta diferenciación de los elementos del total sonoro, que cobran independencia en contrapunto equilibrado entre los sonidos del piano y los del bajo sobre una batería que no se circunscribe a ser solo la base sólida e imperturbable, sino que propone una especie de melodía sin notas que se integra al contrapunto de los otros instrumentos.
Este recorrido por la producción de VMP da clara cuenta de que estamos en presencia de una banda de gran vuelo artístico que no se conforma con sus logros y, a partir de la poderosa sinergia del trabajo colectivo, desafía constantemente sus propios límites y los del género.
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