“Las grandes compañías discográficas están ahogadas”

Entrevista con Antonio Birabent. Por Gonzalo Puig, en DEODORO de Mayo, 014.

Charlamos con Antonio Birabent sobre el pasado y el presente. Una entrevista imperdible con quien es hoy uno de los referentes ineludibles de la canción rock argentina. Recientemente presentó su último trabajo: Lápiz, papel y guitarra.

birabent

Charlar con Antonio Birabent siempre es un placer. La forma en la que paladea y elige cada palabra es digna de admiración. Nunca intenta dar un paso en falso, y eso es algo que también trabajó mucho como artista. Ya sea en su rol de músico, o como actor, Birabent siempre manejó un bajo perfil. Aun siendo parte de una generación de actores expuestos desde muy jóvenes a la fama, luego de la explosión de la película Tango feroz. Encima Antonio tenía un agregado. Su padre, Moris, es nada más y nada menos que una de las piedras angulares del rock argentino. Pero el tipo, siempre se mostró tranquilo. “Soy reservado. Disfruto de serlo, de tener mi mundo y poder viajar en subte”, me dice. Porteño de ley, el músico editó el año pasado su decimoquinto disco llamado Lápiz, papel y guitarra. En este 2014 se cumplen 20 años de Todo este tiempo, su debut solista, y 25 del inicio en su carrera como cantante y compositor.

El inicio

P: –¿Cómo se lleva eso de cumplir 20 años de carrera solista?

R: –Mirá yo no tomo esa fecha como inicio de algo, en todo caso es un inicio discográfico solista. Pero para mí, mi inicio musical es 4 o 5 años antes, en el 89, cuando empiezo a componer y a tener mis primeras bandas y primeras reuniones musicales con otros músicos.

P: –¿Cómo se llamaban esas primeras bandas?

R: –Dos nunca llegaron a tener nombre y la que tuvo nombre se llamaba Pasión. Pasión era una banda que ensayaba y no tocaba, como pasa con muchas bandas, ¿no? Ensayábamos en un lugar por el que he pasado, por cuestiones de la vida, muchas veces por la puerta. Era un garaje de la calle Conde en el barrio de Colegiales. Siempre que paso me acuerdo, y es más, hace unos años pasé y toqué el timbre a ver si me dejaban pasar. Esto no lo conté nunca. Le dije a la persona que me atendió: “Mire yo hace muchos años ensayaba acá, en una banda…”. Bueno por supuesto que me miraron con una cara mezcla de miedo y desprecio, y no pude pasar. Pero bueno, para volver a tu apreciación, yo tomo ese inicio un poco antes y también reconozco que los años son ambiguos. El peso que tienen y el simbolismo son cambiantes en una palabra.

P: –Un poco antes de lanzar tu primer disco solista y del furor de Tango feroz, tuviste los programas de rock en la tele…

R: –Sí. Rock&Roll terminó en el 92 y La Cueva en el 93…

P: –¿Cómo comenzó todo eso?

R: –Todo comenzó con un llamado de los García Moreno, hermanos de Charly García que son realizadores audiovisuales. A ellos y a Eduardo Berti, que era el productor periodístico del proyecto, les pareció que yo podía hacer eso. A la distancia fueron dos programas muy valiosos y que marcaron un hito para muchas personas, siendo dos programas señeros que marcaron época. Me da mucha alegría haberlos hecho.

P: –¿Por qué crees que hoy la tele no tiene lugar para la música, digo, ya no hay más programas musicales en canales abiertos?

R: –Con mucha síntesis y mucha crueldad, te digo que hoy no hay programas de música, porque en la tele hay lugar para otras cosas. Simplemente es eso. Ojo, no hago una valoración de eso, no está ni mal ni bien. No soy de esos que dicen: “hoy en la tele debería haber más rock”. Quizás solo sea que hoy no hay espacio para eso. Ni siquiera sé si tiene que ver con el momento actual de la música. No lo sé. Tampoco me parece algo grave. En todo caso la música está en otros lugares, donde se aprecia mejor y donde es más difícil acceder. Esa dificultad, creo, es un motor para que la gente sea más curiosa. Sino la cosa, en la tele, viene muy masticada.

Hoy: Lápiz, papel y guitarra

P: –Tu nuevo disco, Lápiz, papel y guitarra se financió colectivamente. ¿Por qué decidiste hacerlo de esa manera?

R: –Es simple. Tuvo que ver con mi cruce con la gente del sello Ultrapop, con quien yo saqué Anatomía y Anatomix (2000), gente que está en el mundo de la música y que le interesa desde un punto de vista muy valioso lo artístico. Les comenté que tenía un disco guardado en un cajón y que no sabía qué hacer. Y ahí me propusieron esta manera de editarlo que me pareció muy bien. Fue una buena experiencia y el disco es un disco que me pone contento. Valoro mucho este trabajo y creo que tiene canciones que espero pueda cantar por mucho tiempo.

P: –¿Tuvo que ver también la idea del crowfunding con el momento de la industria musical?

R: –Yo creo que las grandes compañías discográficas están ahogadas. Es un síntoma de estos tiempos. Creo que hacer canciones y disfrutar de ese oficio sigue siendo lo más importante. Los caminos van a ir variando. Hubo una gran transformación de lo que es la música como negocio. Creo que cada vez va a haber más transformaciones y el oficio del compositor y de cantante siempre van a estar. A mí me sigue resultando un desafío y un entusiasmo enorme componer.

P: –Siempre fuiste de cantarle a Buenos Aires, pero en este disco no aparece mucho la urbanidad…

R: –Le he escrito mucho a Buenos Aires. Debo ser de los músicos argentinos que más le ha escrito a Buenos Aires en los últimos 20 años. Hice muchas canciones donde Buenos Aires es protagonista directa o indirectamente. Lo hice tanto que si algo me propuse en este último disco es que no haya ninguna mención a la ciudad. En este momento no tengo ganas de escribir sobre Buenos Aires que en su raíz subterránea sigue siendo una ciudad hermosa, pero en su superficie está invadida por demasiada brutalidad.

P: –¿Sigue siendo el tango la banda de sonido de la ciudad?

R: –No necesariamente, yo creo que sigue siendo la banda de sonido de algunos melancólicos. Por suerte han aparecido renovadores del género. De hecho yo soy un amante urbano tanguero, eso sigue estando, pero se transformó. No creo que Troilo siga siendo la banda sonora de la ciudad. En todo caso sigue siendo la banda sonora de muchos corazones.

P: –En tu último disco la canción Heroica tiene una frase que dice: “De repente las cosas se tornaron un poco raras, regresaron imágenes que ya nunca pensamos ver. Tanta gente encendida por las luces menos brillantes, nombres tan repetidos, siempre en mano y sin fe.” ¿Tiene que ver con el momento político del país?

R: –Mirá… si fuese así fue un tanto premonitoria, porque la escribí mucho antes de ver el momento actual. La canción no habla de un momento político puntual. Habla de una sensación de hastío por un entorno demasiado caótico que nos rodea, y a veces muy embrutecido, a eso me refiero con “luces menos brillantes”. Es volver a ver caras, pero que no solo tienen que ver con el momento político, sino con situaciones que ya viví desde que vivo en Argentina de adulto. En el fondo la canción reclama héroes que son hombres, no superhéroes. Reclama héroes anónimos, cotidianos, que potencialmente todos somos un poco. Y como esos héroes cotidianos, que podemos ser todos, tenemos herramientas para cambiar las cosas.

P: –¿Esa sensación de hastío afecta positivamente o negativamente al cancionista a la hora de componer?

R: –No me afecta mucho lo externo. Si estoy enamorado o desenamorado, si hay corralito, si sube el dólar. Cualquier situación es ideal para componer. Hay una canción del disco Cardinal (2000) que se llama Blindados que pareciera hablar del amor y que recuerdo haberla escrito en un bar cuando la palabra blindaje estaba de moda. Habla de blindaje macroeconómico y eso es tan poco poético, tan poco romántico, que empecé a escribir: “Blindados estamos, en amores esquivos. Demasiadas palabras y un pasado cansino y sombrío”. ¡Mirá qué cosa, qué casualidad lo que estamos hablando!, porque esa letra de Blindados tiene que ver un poco con Heroica. Realmente me parece que lo que sucede alrededor de un país no me ayuda o me deja de ayudar. Uno puede resignificar conceptos duros para volverlos poéticos. Todo lo que hay alrededor creo que puede provocar una canción. Es el oficio. La música sigue siendo un lugar puro y ajeno al mundo real.

P: –¿Hay una canción en tu disco, muy “yupanqueana”, al menos desde el titulo, se llama Hermanos, podés contar de qué va?

R: –Yo creo que la canción relata un poco el odio de clase. Y rescata que todos somos muy parecidos. El “blanco bienudo” que habla del “negro” en forma despectiva, es parecido a ese “negro” o pobre que usa gorra y escucha cumbia. Creo que esos dos tipos se juntan mucho en la gran ciudad, y que al fin y al cabo son mucho más hermanos de lo que parecen. Eso es algo que quiero rescatar. Veo que hay un odio guerrero entre el pobre y el rico, o el tipo que es una persona distinguida y el tipo que es un bruto. Ese odio los emparenta. El tipo que anda en moto o el repartidor de pizzas laburante, es tan bruto como el tipo que anda en 4×4. Hay una brutalidad que los une, que los hermana. No debe ser nada fácil aceptarlo porque entre ambos se ven muy lejos, pero son dos extremos que hablan de lo mismo.

P: –¿Qué significa la guitarra en tu vida?

R: –La guitarra es el sinónimo de la salvación. Si yo tocara más la guitarra, sería un hombre más sabio y más sano de lo que soy. Es una gran compañera. Es realmente algo muy cercano para mí y al mismo tiempo muy salvador.

P: –¿Le das más importancia a la letra o la música cuando componés? ¿Al lápiz y papel o a la guitarra?

R: –Por lo general para mí manda la letra. Prefiero empezar de una letra que me inspira una música que de un tarareo. Pero en Lápiz, papel y guitarra, además de romper con lo urbano, rompí también con esta claridad, y hay varias canciones que nacieron desde un lugar plenamente musical y después apareció la letra. Son ejercicios distintos y creo que como compositor tenés que laburar los dos.